Mi propósito es ayudarnos a pensar mejor. Lo que he hecho es reunir en una lista las ideas y los atajos más útiles que he encontrado tras veinte años dedicado a un mismo reto: ¿cómo podemos entender mejor el mundo a nuestro alrededor?
Es un texto con una motivación practica, porque ejercitar tu mirada cuantitativa es eficaz. Pero pretende algo más, porque esa mirada también sirve para encontrar una forma de belleza.
Hay personas que reniegan de nuestros intentos por explicar lo que nos rodea, o como dicen esos críticos, por «reducir todo a números». Sienten que hacer eso matará su atractivo, como si entender cómo se forman los ríos fuese a hacer menos placentera la experiencia de escuchar el agua fluir. Pero he escrito este libro convencido de que no es así: al contrario, creo que las personas disfrutamos contemplando la realidad y sus sutilezas, tratando de descifrarla, en parte lográndolo y en parte fracasando.
Podemos ser como los niños que se miran los deditos y alucinan, porque esa cualidad para el asombro nunca se pierde del todo. Por eso nos atraen las paradojas y los enigmas; por eso seguimos leyendo tras una pregunta —¿por qué lo hacemos?—; y por eso te iluminas cuando algo te sorprende y se desencadena una cascada química que te hace feliz un instante.
Descubrir los engranajes del mundo, y en especial del mundo humano, es interesante para muchas personas; desde luego lo es para mí, y por eso he escrito este libro.